Relatos presentados 2020

Concurso de relatos cortos de maximo 3 folios mecanografiados sobre tema libre relacionado con la comunidad del Alto Alberche,

Premios: un jamon donado por Bar Eladio de Avila

Se buscan mas sponsor para el concurso

Concursantes

Teresa de Jesús Gómez Mancebo.

El viaje:
¡Qué de veces soñé despierta en tener una varita mágica para poder dar a todo media vuelta!. Yo – ¡me quiero bajar! el mundo no va bien: prisas, estrés, consumismo, individualismo, egoísmo etc. etc. etc. Si paras, te quedas; por lo tanto, hay que seguir el status diseñado (marionetas, sí) ¡Ah! Ni qué decir del cambio climático y toda la contaminación. Ni qué hablar de políticos sin escrúpulo alguno; corruptos, forrándose los bolsillos, sin velar por nuestro bienestar común. ¡Ya he comprobado qué no se debe tentar al diablo! Porque la varita no funcionó, se desbocó. Todo pasó así, de repente… Ciertamente han sido las últimas vacaciones, y bien recientes. Un viaje y post viaje; así cómo él que no quiere la cosa, de momento a día de hoy, 61 días ya, que se quedarán grabados en el subconsciente para toda la eternidad. Se oía hablar de virus: covid 19, pero con nosotros no iba la historia. Ya contando los días; uno menos y, otro… preparando maletas para regresar a la península. Todo da un giro, la media vuelta de hoja. El otro abuelo italiano venía, pero le tocó estar confinado al estar en contacto con un familiar que dió positivo de dicho virus, y no le permiten volar desde Italia, a las islas ¡Claro está!. Todo se trastoca, tú le suples, te quedas; yo, el día 9 a volar, hay qué trabajar. En tan solo 2 ó 3 días aquí, en nuestro país, el virus comienza acechar: lo primero el distanciamiento; ni besos, ni abrazos, aunque sea tú familiar. Medidas y más. Comienza a pintar mal, hasta el punto de confinarnos en casa. Todos los establecimientos chapados, excepto los de primera necesidad.Hasta el aeropuerto cerrado. -No puedes regresar, los pájaros dejaron de volar. Medidas tardías ¡Menos mal a la solidaridad! aunque eso sí muy controladas, cómo si de una guerra se tratara; porque quiero creer qué no es bacteriológica -¿Verdad? El miedo está ahí. “Se quedó anulada nuestra libertad” Todo se va torciendo; allí en la isla, aquí… Los que han corrido mejor suerte, entre comillas, con teletrabajo en casa; otros, con eres y ertes ¿y los autónomos? ¿de qué van a vivir? ¿Y los niños? Cuándo sean mayores, de ésto ¿qué van a decir? otros… trabajar y trabajar, dando todo, al pié del cañón hasta extenuar; pero la peor parte (los mas vulnerables) que lucharon mil batallas hasta llegar aquí, ahora, son carne de cañón; luchan contra el, se debaten entre la vida y la muerte. Este virus dañino sin compasión, mata; ya se ha cebado con demasía ¡Ya está bien! Nos ha cambiado los papeles ¡Qué horror!

Tú allí, y yo aquí…en Burgohondo, nuestro pueblo, nuestra raíz. Por supuesto qué ésto no se podrá recuperar. Hemos resistido y subsistido. Queda prohibido no haber aprendido. Sigo soñando despierta, al igual que las golondrinas, cada día pienso el océano -¿cuándo se podrá migrar? Cómo si de un ciclo de la vida se tratara. El corazón comienza a despertar. Volverán las golondrinas anidar la galería; las golondrinas quitan todas las espinas. Nos invitarán a bailar y cantar, con sus alas y trinar.
Ya huele a primavera: el sol, el calor, el color del vergel. La primavera es un primor. Nos invita a trotar por montes, caminos y veredas Ésta dará paso al verano; el verano es la época mas ansiada de todo el año. Hay qué descansar y disfrutar las merecidas vacaciones. Seguiremos descubriendo nuevos rincones. Fluyendo hacia dónde la vida nos lleve. Disfrutando con libertad. Agradeciendo al cielo lo que nos ofrece. La soledad me ha hecho pensar y meditar; pensar en todo lo bueno, lo bueno hecho y por hacer. A ser feliz con lo que tengo. Ansío estar contigo, con mi familia… amigos… conocidos y un gran etc. De volver a sonreír, y llenarnos de besos, abrazos , con dosis de dulzura.

-¿Qué es la vida? la vida, al fin y al cabo, es resistencia. Vivir soñando, soñar despiertos y soñar lo que vivimos; todo con sentido común, lo qué nos dicte nuestro corazón. Así siempre podrá el bien, con el mal. Porque la vida es el mejor regalo, lo más bello; ¡el gran “VIAJE» qué no debemos desperdiciar!.

Mauricio Zabaleta. Representanate Begoña Frias

LA GALLINA ARTISTA
Cuando me decidí a comprar unas gallinas en Burgohondo lo último que imaginaba es que me estuviese convirtiendo en un empresario, aunque admito que lo hice pensando en los huevos y no en unos animales que consideraba bastante sucios y carentes de gracia.
Aún así, dada mi tendencia por la diversidad, me decidí por tres rojas, también conocidas como ponedoras industriales, y tres negras, las más exitosas en la gama rural, según rezaba el cartel.
Tardaron pero finalmente llegó el día que comenzaron a poner y fue glorioso, se convirtió en un momento milagroso, de tremenda emoción pero también de súbita avaricia. Quería más, necesitaba más, era imprescindible que todas pusiesen, cada día… para mí.
Las industriales, haciendo honor a su nombre, lo hacían de forma constante y casi perfecta. Parecían sacados de un molde. Unos huevos de un marrón intenso y un diseño impecable, incluso de tanto en tanto me premiaban con uno con doble yema. Las otras en cambio ponían con menos frecuencia, o eso pensaba yo.
Pronto descubrí que como si de Saturno se tratara esas desalmadas se comían alguno de sus huevos o mejor dicho de mis huevos. No podía permitir que me diezmaran, así que comencé una vigilancia casi obsesiva. Fue entonces cuando comprobé que aquello que yo creía una plácida convivencia entre compañeras de la misma especie era un campo de batalla donde el acoso y los abusos campaban a sus anchas. Desde el primer instante el grupo de las rojas había tomado el poder y tenían bajo su pico a las ya sumisas negras. Apenas si las dejaban acercarse a la comida.
Había que cortar por lo sano así que empecé con los aislamientos selectivos dejando a una única industrial con las tres víctimas. Sola ya no era tan gallito y parecía codearse con el resto pero en cuanto volvían sus hermanas recuperaba el poder para ejercerlo con más crueldad aún. Cierto que mis medidas no sirvieron de nada pero durante el proceso me di cuenta de que alguna de ellas estaba poniendo lo que se conoce como huevo blando, llamado de ese modo porque aun siendo como el resto carece de una cascara que lo proteja y viene al mundo apenas cubierto por una fina tela que lo cubre. En cuanto las compañeras lo detectan caen sobre él como una manada de coyotes hasta que no dejan ni rastro. Da la sensación de que no tuviesen derecho a existir.
Cuando me informe de cómo se podía producir tal rareza supe que no era tan extraño y que se debía a falta de nutrientes o al estrés. Automáticamente deduje que una de las acosadas era la creadora de esa traslucida obra. Tras separarlas durante un tiempo, a una tras otra, finalmente halle a la responsable. Otros propietario me aconsejaron que la sacrificase para acabar con el mal de raíz pero yo no pensaba perder mi inversión a las primeras de cambio así que la aislé y comencé a alimentarla individualmente. Mientras lo hacía note que era muy diferente al resto, no solo en su cresta, que en vez de lucir un rojo bermellón parecía coloreada al carboncillo en tonos grises y granates, sino también en su constante búsqueda de la soledad y de espacios diferentes. Mientras, sus congéneres iban como rebaño a los mismos lugares, una y otra vez, entendiendo las repeticiones como nuevos y maravillosos hallazgos. Sus compañeras de raza se habían adaptado sin resistirse y aceptaban sumisas el yugo, esperando a que sus dominadoras se saciaran para poder comer ellas de los restos o a que eligiesen un sitio donde descansar para poder ocupar ellas algún rincón del palo que hubiese quedado vacío.
Yo al principio era perfectamente capaz de diferenciar los huevos de una raza y otra por los tonos del marrón y por el tamaño pero pronto ya no fui capaz de saber quién era la responsable de cada huevo.
Me parecían todos iguales, pequeñas variaciones cromáticas o de tamaño pero nada más, aunque debo admitir que no es que ya me importase mucho. Cumplían sobradamente mis expectativas tanto en calidad como en cantidad.
Pero con la exiliada fue todo lo contrario dejó de poner huevos blandos y comenzó a crear los huevos más variados e increíbles que pudiese imaginar. Empezó cambiando el color que los genes le marcaban, y poco a poco sus creaciones fueron pasando del marrón al crema para terminar llegando a un blanco que los hacía parecer de yeso.
Es verdad que a diferencia de sus semejantes se tomaba más tiempo del habitual o incluso del aconsejable para completar su obra pero a mí me merecía la pena.
Durante este proceso el odio del resto por lo diferente se generalizó y si me descuidaba le caían picotazos por todos lados sin importar el color ni la raza.
Pero no parecía incomodarle mucho la presión exterior porque tras terminar con la paleta comenzó con la forma.
Eran cada vez más alargados pero olvidando la simetría de los ejes y por ello consiguiendo formas imposibles más cercanas al sombrero dibujado por el Principito que a un sencillo huevo.
Admito que a la mayoría de mis colegas a pesar de mi entusiasmo no les atraían lo más mínimo estas vanguardias y cuando generosamente les obsequiaba con algunos preferían que fuesen los de siempre. Hay que tener cuidado con lo que uno se lleva a la boca. Para que arriesgar debían pensar.
En cambio yo estaba encandilado, hipnotizado… cada día me levantaba solo pensando en ir a recoger su nueva producción, en observarla, disfrutarla, saborearla.
Y tras mucho insistir pienso que consiguió el huevo perfecto, al menos para una gallina. Un diseño un tanto obsceno, semejante un juguete sexual de lujo, pero que parecía tener muy en cuenta el camino por recorrer.
Pero como todo lo bueno esto tampoco duro mucho.
Una mañana me la encontré echada, abatida, sin brillo en la mirada. No tarde en deducir lo sucedido. No había logrado expulsar su última creación o no había querido. Ahora estaba rota en su interior. Intentaba imaginarme ese postrero huevo imposible mientras veía como su arte la iba consumiendo por dentro hasta finalmente acabar con ella. Yo no podía hacer nada, solo mirarla con lástima o intentar apartar a patadas a las que venían rabiosas a picotear sin respeto, ni compasión, los restos de mi gallina artista.
(In memoriam – R.I.P: 20/03/2019 – 27/03/2020)
Nota: Aunque sea difícil de creer esta historia es absolutamente cierta. Como prueba de ello cuento con algunas fotos de sus huevos únicos así como conversaciones por whatsApp con compañeros de profesión opinando sobre sus creaciones.
[18:03, 29/4/2020]  Mauricio.Zabaleta ..

Jaqueline Cifuentes

Dicen que sabemos donde hemos nacido, pero no el lugar donde hemos de acabar, cuánta verdad!!!
Nací al otro lado del charco, como se suele decir, una chica un poco alocada, a la que la vida puso a prueba y he de decir que de cenizas he sabido resurgir.
Muy jovencita tuve que aprender a ser madre y padre a la vez, una hermosa niña a la que le debo la vida, mi gitana es!!!
Y así, entre tantas vueltas que da la vida, un día sin mas, conocí al hombre que mi destino vino a cambiar.
Me dijo «tienes que conocer mi pueblo, te va a encantar» me causó risa es la verdad, pero como siempre me deje llevar.
Recorrimos sus calles, visitamos la Abadía y por la calle principal a la plaza del pueblo fuimos a parar, «tienes que conocer Burgohondo te va a enamorar» cuánta razón tenía, que bonito lugar.
De esto hace veinte años ya y he de deciros que día a día mi pueblo me encanta más. Grande su gente que sin conocerme de nada me ofrecieron su cariño y amistad, y así sigue siendo que a la altura de las circunstancias saben estar, nos tenemos que animar por qué por estas calles nos tenemos que volver a cruzar.
A Puente Nueva si nos dejan tendremos que ir a nadar y si podemos ir un poco más allá a Puente Arco en las tardes a merendar.
Los bares del pueblo tenemos que visitar, aunque con mucha prudencia para poder empezar.
Entre todos unidos y sin discriminar trabajando codo a codo duro y sin parar, es hora de hacernos escuchar y decirlo al mundo entero que en el Valle del Alberche poco a poco recobraremos nuestra libertad.
Cuánta paz y cuánta tranquilidad aquí se puede respirar y es en estas tierras que mis raíces he de sembrar.
 
 

Mª Juvelina Porto

Este relato está basado en un hecho real.
En los años sesenta vivía en Burgohondo un aguerrido joven. A los dieciocho años se quedó huérfano de padre. Tenía vacas y una yunta y trabajaba en lo que podía para salir adelante. Se fue a la mili y a la vuelta decidió probar suerte en el extranjero, dejando atrás  su querida tierra. Vendió su ganado, aparcó el carro de las vacas y se marchó.

En el trabajo se hizo muy amigo de un portugués  que le invitó a pasar las vacaciones en Portugal. Allí conoció a una joven y se quedó prendado, fue un flechazo mutuo. Se estuvieron carteando y viéndose en las vacaciones. Se casaron en la tierra donde ella nació y vivió hasta que celebraron su boda. Formaron una linda familia en Alemania.

Tras varios años decidieron que ya era el momento de volver a su tierra. Consultó a su esposa donde prefería vivir: en la ciudad o en el pueblo? Ella sin dudarlo eligió el pueblo. Él falleció joven pero quedó su esencia. Desde siempre había inculcado su amor por el valle del Alberche a su mujer y a sus hijas.

Su devoción por aquellos prados, riachuelos, aquellos barrios del Lomo de arriba y el Lomo de abajo, La Cendra, donde nació y se crío; pueblos como Villanueva donde descansa su abuela paterna y Navatalgordo, de donde era oriundo su padre. Ese joven agerrido descansa en Burgohondo, su amado pueblo.

El amor de su vida, aunque de país lejano, aún está y se siente de esta tierra del Alberche. Hay amores que duran hasta la eternidad. Aunque viejito y destartalado, ella todavía conserva su carro en el mismo lugar donde aquel joven lo dejó hace 54 años.

Juvelina